Cómo cuidar mascotas recién nacidas

Todos quienes hemos tenido una camada de cachorros o gatitos en casa, sabemos lo que significa no solo en términos de dedicación para sacarlos adelante (más complejo aún si son huérfanos), sino que, también, lo emocionalmente gratificante que es tenerlos cerca.

En los cachorros y gatitos al nacer, los únicos sentidos funcionales son el tacto, el olfato y el gusto. Los ojos y oídos se abren por lo general a las dos semanas postparto, y poco a poco irán madurando y perfeccionándose a partir del aprendizaje y la experiencia. El desarrollo y maduración del sistema nervioso central (SNC), nos permite ir evaluando el correcto crecimiento del cachorro en base a diversos reflejos de corta duración, como el reflejo de flexión, de succión, termotactismo (dirigirse hacia zonas calientes, como las mamas), entre otros.

Pero, aunque no lo crean, mientras los fetos se encuentran en pleno desarrollo dentro del vientre, ya son sensibles al tacto, condición que será fundamental para comenzar a socializarlos y hacerlos más tolerantes a las manipulaciones del ser humano: en el caso del perro, se sabe que a partir del día 45 de gestación (es decir en el último tercio de la gestación) y los gatitos desde el día 21 de gestación (primer tercio de gestación). Por eso, manipular los fetos muy suavemente por alrededor de 45 minutos, será beneficioso para su proceso de socialización posterior con personas, y no solo eso, sino que, además, tendrá mayor capacidad de tolerar el estrés y manejar la frustración. Para ello, ciertamente, la madre debe estar relajada y disfrutar de los cariños en la panza.

Luego, una vez nacen y durante los primeros meses, debemos continuar con las manipulaciones controladas. Sin embargo, no hay que olvidar que se deben respetar las horas de sueño, ya que mientras duermen, se libera la hormona del crecimiento, que no solo es importante para que crezca el cuerpo, sino que,  está relacionada con el crecimiento del SNC, de los órganos internos, estimula el sistema inmunológico, participa en la regulación del metabolismo, entre otros. Además, mientras se duerme, se detoxifica el organismo (incluido el SNC) y se fijan los aprendizajes adquiridos durante los momentos de vigilia. Así es que es fundamental respetar, fomentar y proveer una zona apropiada para el descanso. 

Se ha demostrado que los animales que reciben una correcta manipulación neonatal presentan una maduración más rápida del SNC, mayor capacidad de exploración y aprendizaje, son más tolerantes, menos miedosos y presentan una menor concentración de cortisol (hormona relacionada con el estrés), en comparación con un cachorro no manipulado.

Si los cachorros o gatitos son lactantes y huérfanos, habrá que preocuparse de alimentarlos cada dos horas, utilizando una fórmula específica recomendada por el médico veterinario de cabecera y, tan importante como aquello, es estimularlos para que orinen y defequen, ya que, hasta aproximadamente la tercera semana de vida, no pueden hacerlo por sí solos, sino que requieren de la estimulación de la zona perianal. Para ello, podemos utilizar un algodón humedecido, para frotarlo enérgica y suavemente sobre el ano, simulando el lamido de la madre después de alimentarlos. Asimismo, para asegurarnos que todos estén creciendo apropiadamente, es recomendable llevar un registro diario del peso de cada uno de los cachorros (este registro será de gran utilidad para el veterinario durante los controles de la camada).

Si los cachorros se encuentran con la madre, nos podemos relajar si vemos que el instinto materno hace su trabajo, pero, de lo contrario, si la perra o la gata son más bien inexpertas y despreocupadas, habrá que estar al pendiente de que los mantenga calientes, limpios y bien alimentados. En este sentido, será nuestro deber colaborar con mantener una zona bien aseada. Pero no se deben utilizar productos de limpieza que puedan ser irritantes, como el cloro, ya que puede producir lesiones severas por contacto e incluso los gases del cloro pueden producir daño.